Me parecías el socavón perfecto para caer.

Entonces lo entendí.
No era su verde de ojos lo que me hacía llevarle hasta en la goma de los calcetines,
ni siquiera era su sonrisa;
era la curvatura que tomaba la mía al verle sonreír,
era su medio hoyuelo,
que me parecía el socavón perfecto para caer y dejarme morir allí.

Lo entendí a pesar de que nadie más lo hiciera,
aunque tardara siglos en hacerlo,
pero lo entendí.

Le quería así, como es él,
entero y a la vez tan jodido y roto.
Nos quería así, como somos nosotros,
tan locos y a la vez tan enamorados.

-CP








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