Entonces, llegó el otoño.

Fue ahí,
justo después de conocerte,
que hasta mi nombre empezó a sonar distinto.

Y es que joder, yo perdía el culo por tu risa
y tú me marcabas el punto exacto para sonreír nuevamente.

Pero entonces, llegó el otoño.

Y al igual que las hojas recién caídas,
te fuiste detrás del primer huracán.
Dejándome envuelta en un caos,
con la vida desteñida y vistiendo de luto por dentro.

Ahora ya,
los días van pasando solamente,
y es que nunca se me dio bien querer tanto y dejar ir tan rápido.

-CP




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