Tempestad bajo sus ojeras.

La llamaban 'pena'
porque eran capaz de verla hasta en los ojos de la gente.

Cada mañana despertaba con los dedos desgastados
de escarbar en las heridas del pasado
y bajo sus uñas, restos de un cuerpo,
restos que ya se habían instalado en ella,
y hecho hogar.

Andaba cabizbaja,
por si encontraba razones tiradas por el suelo,
razones para seguir, para parar, o poner un poco el freno.

Y llovía,
llovía dentro de ella,
del mismo modo que llueve dentro de la gente que no se deja querer,
de una manera, terriblemente hermosa,

creando una tempestad bajo sus ojeras,
que arrastraba con ella,
a cualquiera que quisiera acercarse,
aunque solo fuera, al borde de sus labios.

-CP








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